Por la primera me obligaba a obedecer las leyes y costumbres de mi país y a permanecer en el seno de la religión que dios permitió me enseñaran en mi infancia.
Emplear en mis actos la mayor energía y firmeza de que fuera capaz y seguir las opiniones dudosas, una vez aceptadas, con la constancia con que seguirá las más evidente.
Consistía en aspirar, más que a la fortuna, a vencerme, y más a cambiar de deseos, que a que el orden real se trastornara por dar cumplida satisfacción a mis veleidades.
Bibliografía
Descartes, R. (2000). Discurso del método (Febrero de 2000). Editorial Unión Ltda.
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